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El actor señaló en A la Barbarossa su actitud con los especialistas que lo trataban: “firmé un papel asumiendo la responsabilidad si a mí me pasaba algo”. La palabra del psiquiatra Enrique de Rosa Alabaster
Viernes 20 de Junio de 2025
17:52 | Viernes 20 de Junio de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
“Me siento bien, no quiero seguir siendo un fantasma que va por la vida no entendiendo nada y dopado”, relató el actor Matías Alé en el programa A la Barbarossa, por Telefe, al revelar una decisión personal que tomó hace un año y medio: dejar por su cuenta la medicación psiquiátrica que le prescribieron tras el brote psicótico que sufrió en 2015. La noticia generó inquietud y debate, tanto en el entorno mediático como en las redes sociales, donde la actitud del actor despertó comentarios sobre los riesgos de suspender este tipo de tratamientos sin un aval profesional.
En el piso, donde la conducción estuvo a cargo de Roberto Funes Ugarte en reemplazo de Georgina Barbarossa, luego del episodio de salud que ayer la obligó a ausentarse, el pie lo dio Analí Franchín, quien recordó un reciente encuentro con Matías Alé. “Me lo crucé hace más o menos 15 días y lo vi muy amoroso, muy contento. Bien, me presentó a su novia (Martina Vignolo) y todo”, compartió Franchín, señalando que le llamó la atención la energía elevada del actor, similar a la que exhibía previo al brote psicótico que tuvo hace casi diez años y que provocó la disolución de su matrimonio con la joven cordobesa María del Mar Cuello. “Muy efusivo, la palabra es esa, muy arriba lo recordaba cuando tuvo ese lamentable episodio”, remarcó la panelista, recordando además que en ocasión del brote psicótico, ocho policías debieron intervenir para contenerlo.
Aquel hecho sucedió el 3 de noviembre de 2015. Según el acta policial de la Comisaría 31°, el actor, por entonces de 48 años, “se encontraba agrediendo físicamente” a Nancy Molar, su suegra, y María del Mar Cuello, su esposa (con quien se había casado el el 1 de octubre de ese mismo año, es decir, el mes anterior), en un departamento de la calle República de Eslovenia al 1900, en el barrio porteño de Palermo. El informe señala: “El personal procedió a reducir al señor Alé, quien en una actitud agresiva, comenzó a arrojar patadas y golpe de puños contra los efectivos, logrando reducirlo utilizando la fuerza mínima e indispensable". Más tarde, añade, “se hizo presente en el lugar una ambulancia del servicio Acudir, que trasladó al señor Alé, a la clínica Trinidad, bajo consigna policial”. Por el hecho, se labraron actuaciones caratuladas como “lesiones, atentado y resistencia a la autoridad”, con intervención del Juzgado Correccional Nº 7 a cargo del Dr. Litvasck.
Luego de más de un mes internado en la clínica Avril, su esposa y su suegra lo llevaron a una quinta para continuar el tratamiento.
Hace un mes, Alé ya había contado que había dejado la medicación en diálogo con Rulo Schijman para el ciclo Desencriptados, de Infobae. Y explicó lo que le sucedió hace diez años: “Yo supuestamente tuve un brote psicótico con delirio místico. Eso me hizo creer que mi ex pareja era la Virgen María, que yo era un heredero de Jesús, el Espíritu Santo y que venía a salvar el mundo. Eso es lo que mi cabecita estaba creyendo… Yo siempre lo oculté y no tengo por qué. Yo nunca había fumado marihuana. Ese año probé y en mí, evidentemente, como yo nunca tomé alcohol ni nada… El THC o no sé cómo se llama el componente, me hizo mal. Dicho por los especialistas, la gente de la Clínica Avril, eso en mi cabecita no fue bueno. Cuando estaba bajo esa sustancia, me hacía creer una situación que no era real”. Y luego, aclaró: “Estoy en un presente tan presente y tan sano que ya hace un año y tres meses que no estoy bajo ningún tratamiento. Ninguna medicación psiquiátrica ni medicación para dormir. Sí tomé en su momento y esto no es apología que dije dejen la medicación”.
Sin embargo, la preocupación en torno a su salud mental se reavivó cuando, según se detalló en A la Barbarossa, Alé confesó que había decidido cesar la medicación psiquiátrica “por motus propio”, pese a que su médico le advirtió que no estaba de acuerdo.
En la conversación grabada con la periodista Pía Shaw, Alé detalló su proceso y los motivos que lo llevaron a abandonar la medicación, a pesar de la negativa de su médico y de su familia.
“Yo tomaba siete pastillas por día para vivir”, contó, y añadió: “Ahora me siento bien. No quiero seguir así. Tomo esta decisión y el riesgo lo quiero tomar yo, pero no quiero seguir siendo un fantasma que va por la vida no entendiendo nada y dopado, todo muy dopado”. Al relatar la decisión, insistió en la voluntad personal que lo llevó a dejar las pastillas: “Hace un año y medio tomé la decisión personal sin el consentimiento ni de mi familia, ni de mis médicos, ni nada de decir ‘yo no puedo estar sometido’… y dejé la medicación. Lo expresé a mi psiquiatra. Le firmé un papel asumiendo la responsabilidad, si a mí me pasaba algo”.
El actor explicó que el tratamiento farmacológico le provocaba efectos secundarios notorios, como sentirse más lento y estar con sobrepeso. Si bien aclaró que no vivía episodios alucinatorios ni delirios, consideró que podía volver a sentirse el “Matías de siempre” sin medicación. “No veo fantasmas, no veo sombras, no me creo que soy el Espíritu Santo”, declaró. Incluso mencionó que se planteó dos posibles escenarios: “en 15 días estoy en pelotas abrazado a un lobo marino gritando Dios te salve María, o vuelvo a ser el Matías que yo siempre fui”, pero afirmó que esta vez el resultado fue positivo.
Durante el debate, Franchín aportó su propia visión sobre la peligrosidad de abandonar la medicación de un día para el otro. “El único problema es que vos ponés en riesgo tu salud y la del resto”, apuntó. “No es como dejar una medicación para la presión, la diabetes o la tiroides, donde el único perjudicado sos vos”, sostuvo.
La intervención del especialista Dr. Enrique de Rosa Alabaster, médico psiquiatra, que amplió los argumentos médicos. “La enfermedad mental no es algo que nos impacta individualmente, no somos una gota aislada en el cosmos, sino que estamos interactuando con todos”, explicó. El médico advirtió sobre la gravedad de modificar el tratamiento sin control y por cuenta propia: “La medicación psiquiátrica no es que está echando en un vaso de agua una cantidad que disuelve y es un poquito más o menos. Es una molécula que modifica un nivel muy, muy mínimo directamente en nuestra neurotransmisión”.
De Rosa Alabaster explicó que todo cambio en la medicación debe evaluarse cuidadosamente y gradualmente, siempre bajo acompañamiento profesional, ya que las modificaciones bruscas pueden desencadenar episodios de descompensación, con consecuencias imprevisibles tanto para el paciente como para su entorno. “El paciente tiene todo el derecho de decir ‘esta estrategia no me sirve, busco otra’. Lo que no puede hacer es autogestionarse… porque él se nota que estaba bien y claro, que estaba bien por la medicación psiquiátrica, no porque estaba bien a pesar de la medicación psiquiátrica”, apuntó el especialista.
Respecto al estigma social que atraviesan quienes tienen enfermedades psiquiátricas, De Rosa Alabaster reconoció el peso que implica la mirada ajena. Explicó que los pacientes suelen percibirse como sujetos fuera de la norma y que el prejuicio permanece, incluso cuando el cuadro clínico requiere supervisión igual de estricta que cualquier otra enfermedad crónica como la diabetes o el hipotiroidismo. “Nadie le dice a un paciente diabético que deje la insulina, pero con los psiquiátricos ocurre esto por el estigma”, ejemplificó.
Para cerrar el debate televisivo, el especialista resumió la advertencia clave: “Claramente la medicación psiquiátrica puede estar mal dada, puede tener efectos secundarios, sin duda, pero hay que tener muchísimo cuidado porque el auto manejo de la medicación inevitablemente lleva a modificaciones químicas y estructurales que alteran enormemente al sujeto, mucho más que el malestar. Si esa persona se siente mal, lo que tiene que hacer es pedir interconsulta, evaluarlo, pero no tomar la decisión de ‘porque yo me siento bien, me hago cargo de mi persona’. No nos hacemos cargo solo de nuestra persona, corremos peligro nosotros y la sociedad”. Y concluyó: “Si estás con un problema, hablémoslo. No se automediquen ni se auto informen en internet… Mantener el equilibrio lo va a dar el clínico psiquiatra. Si hay efectos adversos, se conversan, pero bajo ningún concepto se debe abandonar la medicación por cuenta propia porque es peligroso”.
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