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Sociedad
Sucedió en el barrio Parque Barón de Lomas de Zamora. Un grupo de vecinos solidarios hizo una rifa para recaudar fondos y construir una casa prefabricada para la familia, que estaba en situación de calle
Sábado 24 de Octubre de 2020
10:57 | Sábado 24 de Octubre de 2020 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
Se fue de Guernica con lo puesto, sus seis hijos (G. de 15 años; A. de 12; B. de 10; K. de 7; F. de 5 y A. de 2) y su nueva pareja. Llevaba un botón antipánico y una restricción perimetral. Su ex, padre de los primeros cinco chicos, era violento y, a pesar de haberse separado, la perseguía. Cuando llegó a Lomas de Zamora, de donde es oriundo su actual novio David (29), Gimena S. (33) transitaba un embarazo de seis meses. Fue en marzo de 2020, unos días antes de que el Presidente Alberto Fernández decretara el aislamiento social, preventivo y obligatorio.
“Como no teníamos dónde quedarnos, un vecino nos ofreció un colectivo”, cuenta Gimena a Infobae. El colectivo es un micro escolar abandonado en villa La Chatarra del barrio Parque Barón de Lomas de Zamora, donde la mujer vivió con sus hijos durante cinco meses y donde, también, casi da a luz.
De Monte Chingolo, una localidad del partido de Lanús en la provincia de Buenos Aires, Gimena es la menor de cinco hermanos. A los 18, cuenta, quedó embarazada de su primer hijo. No lo estaba buscando, pero lo recibió con amor. Durante la gestación, dice, llegaron los golpes. “Nunca unas disculpas”, agrega, acerca de la relación violenta en la que estuvo sumida durante una década.
En ese contexto, y tras reiteradas denuncias policiales, Gimena decidió dejar su casa con techos de chapa en Guernica. Cuando llegó a Lomas de Zamora, como no tenía dónde parar, terminó en un micro. Los primeros días allí, recuerda, fueron complicados. “Para los nenes fue muy duro. No estaban preparados para vivir en esa situación. Durante el día cargábamos el celular en la casa de la tía de David y eso nos servía para que a la noche miraran dibujos animados o películas”, cuenta a este medio.
Sin luz ni baño, cocinaban en un disco a fuego. Dormían en el piso del micro, sobre algunos colchones. Ahí, también, comían. El menú, por lo general, era siempre parecido: sándwiches, patys o algún guiso.
Un pan bajo el brazo
Una semana después del nacimiento del bebé, alertados por una publicación en Facebook de una vecina, un grupo de lomenses se puso en campaña para ayudar a la mujer y su familia. “Empezaron a vender rifas para que pudiéramos comprar materiales para construir una casa prefabricada. Yo no sabía nada. Me enteré cuando me dijeron que tenía que ir a firmar la escritura”, cuenta Gimena y se emociona.
Además de comprar rifas, hubo otros vecinos que se solidarizaron con la situación y acercaron ropa, alimentos y dinero. Incluso, muchos colaboraron para instalar la casa en un terreno a metros del Arroyo del Rey.
“Todavía no sé cómo agradecerles todo lo que hicieron por mí y por mis nenes”, agrega Gimena en referencia a la cruzada que encabezaron Romina Monzón, Gabriela Castañeda y Maite Viñao. En comunicación con este medio, Maite Viñao pone en contexto. “Gabriela fue la que los vio en el micro y dijo: ‘Hay que hacer algo’. Como ella tiene una hostería en la Costa, se le ocurrió armar una rifa ofreciendo una estadía. Y la verdad es que la gente se re prendió”, explica Maite que, además, trabaja en ANSeS y es operadora terapéutica.
Hogar dulce hogar
Según medios locales el jefe de Gabinete del Municipio de Lomas de Zamora, Guillermo Viñuales, se acercó a conocer a Gimena y a felicitarla por seguir adelante con sacrificio y honestidad. Además, destacó la labor de los lomenses. “Representan a centenares de personas e instituciones, decidieron que no podían seguir durmiendo en un colectivo, que había que hacer algo; y lo hicieron”.
Por el momento, Gimena y su pareja David no tienen trabajo. Ella cocina bien, así que se dedica a preparar pastafrolas que vende por el barrio. Con eso, dice, pueden costear los gastos del almacén. “Siempre quise estudiar para ser pastelera. Es un pendiente que tengo”, acota.
Antes de despedirse, la mujer de 33 años cuenta que, si bien se cruzó con muchas personas bondadosas; hubo quienes la criticaron y hasta la increparon por la cantidad de hijos que tiene. “Yo estoy muy orgullosa de quién soy. Levanto la cabeza porque tengo siete hijos y porque si estoy mal, ellos también están mal. No le deseo a nadie que pase por lo que yo tuve que pasar. Y, si eso les sucede, no den el brazo a torcer. Hay gente buena que te puede ayudar”, concluye.
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