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Quien fuera emperador de Mali en el siglo XIV, acumuló una riqueza incomparable, expandiendo su imperio gracias al oro y la sal, impactando la economía mundial
Lunes 11 de Noviembre de 2024
19:37 | Lunes 11 de Noviembre de 2024 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
A principios del siglo XIV, mientras Europa atravesaba pestes y guerras, en África Occidental florecía uno de los imperios más ricos y vastos de la historia, encabezado por un líder cuyo nombre se convirtió en sinónimo de riqueza y poder. Mansa Musa I, emperador de Mali, no solo consolidó y expandió su reino, sino que amasó una fortuna tan inmensa que ni las mayores fortunas de la actualidad pueden compararse. Se dice que su riqueza, basada en los vastos recursos naturales de su imperio, era tan abundante que resultaba prácticamente imposible de medir.
La fama de Mansa Musa no tardó en trascender las fronteras africanas. Fue su famosa peregrinación a La Meca, en 1324, la que marcó un antes y un después en la percepción global del reino de Mali. A su paso, el monarca y su comitiva deslumbraron al mundo con un lujo y una generosidad sin precedentes, derrochando cantidades de oro en su camino hacia la ciudad sagrada del Islam. Este acto de devoción no solo dejó boquiabiertos a quienes lo presenciaron, sino que también hizo tambalear economías enteras, devaluando el oro en el norte de África durante años.
Hoy en día, aunque los cálculos exactos son difíciles de precisar, se estima que el patrimonio de Mansa Musa podría haber alcanzado los 400 mil millones de dólares actuales. La pregunta que sigue intrigando a los historiadores y economistas es: ¿cómo llegó este hombre a ser el más rico de todos los tiempos y qué impacto tuvo su inmensa fortuna en la historia?
La fuente de su riqueza: Oro, sal y control del comercio
En una época en que los imperios africanos prosperaban, el Imperio de Mali se consolidó como uno de los principales productores y distribuidores de oro y sal del mundo conocido. A través de sus vastas tierras, que se extendían desde el Océano Atlántico hasta el río Níger, este reino controlaba algunas de las minas de oro más ricas del planeta, en lo que hoy es Guinea y Malí. Para cuando Mansa Musa asumió el trono en 1312, Mali ya era una potencia económica, pero bajo su liderazgo, la influencia y riqueza del imperio alcanzaron niveles inimaginables.
Mansa Musa tuvo el control absoluto de este recurso vital. Con la expansión del comercio transahariano, el oro fluía desde Mali hacia el norte de África y el Medio Oriente, convirtiendo al emperador en un monarca de recursos ilimitados. Los comerciantes de oro, sal y marfil viajaban miles de kilómetros para comerciar en sus territorios, generando una economía en auge que contribuyó aún más a su fortuna. Kathleen Bickford Berzock, especialista en arte africano, explica: “Como gobernante, Mansa Musa tenía acceso casi ilimitado a las fuentes más valoradas de riqueza en el mundo medieval”.
La peregrinación a La Meca que asombró al mundo
En 1324, Mansa Musa decidió realizar la peregrinación islámica a La Meca, un viaje que tomaría aproximadamente, 6.437 km. Este hajj, más que un acto religioso, se convirtió en una exhibición de poder y riqueza jamás vista. La caravana de Mansa Musa incluía unos 60.000 hombres, entre ellos, soldados, artistas, la corte real y más de 12.000 esclavos, cada uno vestido con las mejores sedas y adornos de oro.
Se estima que el monarca viajó con alrededor de 100 camellos, cada uno cargado con entre 45 y 130 kilos de oro puro. En cada parada, Musa no solo demostraba su devoción religiosa, sino que también distribuía generosas cantidades de oro entre la gente, ayudando a los pobres, construyendo mezquitas y ofreciendo regalos a los dignatarios locales. Esta generosidad, sin embargo, tuvo consecuencias imprevistas.
En El Cairo, donde permaneció durante tres meses, Mansa Musa gastó y donó tanto oro que la economía local entró en crisis. La cantidad de oro en circulación causó que el valor de este metal precioso cayera drásticamente, y el impacto fue tal que los precios no se estabilizaron hasta 12 años después. Según estimaciones modernas, el desbalance económico provocado por Musa se tradujo en pérdidas cercanas a los 1.500 millones de dólares actuales en el norte de África y Oriente Medio.
A su regreso a Mali, Mansa Musa no solo fue recordado como el rey más rico, sino también como un gran promotor de la cultura y la educación. Determinado a convertir su imperio en un centro de conocimiento islámico, Mansa Musa estableció bibliotecas, madrazas y una universidad en Timbuktú, ciudad que hasta hoy se asocia con la riqueza y el esplendor del Imperio de Mali.
Uno de los edificios más emblemáticos fue la mezquita Djinguereber, diseñada por el arquitecto andalusí Abu Es Haq es Saheli, quien fue contratado por el propio Mansa Musa a un costo de 200 kilos de oro, equivalentes hoy a unos 8 millones de dólares. Este gesto de mecenazgo atrajo a sabios y eruditos de todo el mundo islámico, consolidando a Timbuktú como un importante centro cultural y académico durante siglos.
¿Cuánto valía realmente el patrimonio de Mansa Musa?
La fortuna de Mansa Musa es tan legendaria como incalculable, y ha sido motivo de debates entre economistas e historiadores. Aunque las estimaciones modernas sugieren que podría haber alcanzado los 400 mil millones de dólares actuales, la verdadera magnitud de su riqueza desafía cualquier cálculo, según detalló The Independent. Celebrity Net Worth y otros expertos coinciden en que esta cifra supera a las fortunas combinadas de figuras históricas como Andrew Carnegie, John D. Rockefeller, y hasta emperadores como Augusto César.
Incluso se le atribuyen cifras de riqueza “indescriptible” por historiadores como Rudolph Ware, quien apunta que la fortuna de Mansa Musa rebasa los límites de la comprensión moderna: “Imaginen tanto oro como un ser humano pueda poseer y duplíquenlo”. Es precisamente esta riqueza inconmensurable la que lo ha posicionado como el hombre más rico de la historia, muy por encima de las fortunas de los magnates contemporáneos.
Mansa Musa murió en 1337, dejando tras de sí un imperio en su apogeo y una fortuna que sus descendientes no lograron conservar. A pesar de los esfuerzos de sus sucesores, el imperio de Mali comenzó a fragmentarse, hasta su declive definitivo con la llegada de los europeos a la región.
Hoy en día, la fortuna de Mansa Musa es tan legendaria como incalculable. Historiadores y economistas modernos coinciden en que su riqueza era “indescriptible”, según el profesor de historia Rudolph Ware. Algunos incluso sostienen que, debido a su inmensidad, el valor exacto de su fortuna simplemente escapa de toda estimación racional, posicionando a Mansa Musa como el hombre más rico de todos los tiempos y una figura cuya historia sigue fascinando al mundo entero.
Aún en el siglo XXI, Mansa Musa representa la cúspide de la riqueza histórica, una que rebasa cualquier cálculo y alimenta mitos sobre la abundancia, la opulencia y el poder que pueden alcanzarse con el dominio absoluto de los recursos naturales y el comercio.
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