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La inteligencia artificial sepulta a la corrupción: la flamante ministra de Albania

Albania entregó a la IA “Diella” el poder de adjudicar contratos estatales, cerrando la puerta a la corrupción y marcando un hito mundial.

Miércoles 17 de Septiembre de 2025

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17:09 | Miércoles 17 de Septiembre de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

La historia dirá que la última licitación con malversaciones fue la que adjudicó un humano en Albania. Desde ese momento, el país entero transfirió esa función a una inteligencia artificial(IA) llamada Diella. Esta, ahora decide sin intervención humana quién gana cada contrato estatal. No aconseja, audita o supervisa desde afuera: adjudica.
 
Lo que Albania hizo no es una digitalización más ni un software de apoyo. Es el reemplazo del corazón corruptible del Estado por un sistema automatizado que no acepta favores, ni presiones, ni llamadas a medianoche. Diella, con acceso a datos, reglas predefinidas y sin intereses personales, se convierte en el primer caso documentado de una IA con control directo sobre la asignación de recursos públicos a gran escala.
 
La corrupción en las compras del Estado no es un detalle menor. Representa una de las principales fugas de dinero público en el mundo. En promedio, los Estados destinan entre el 13% y el 20% de su producto bruto interno a contrataciones públicas. De ese monto, se calcula que entre el 10% y el 25% se pierde por corrupción, sobreprecios, arreglos, favoritismos, licitaciones dirigidas, obras inconclusas o infladas. Significa que por cada cien millones de dólares gastados, entre diez y veinticinco millones desaparecen en negociaciones ocultas. En países con instituciones débiles, el porcentaje es mayor. Si un sistema como Diella elimina incluso un 70% de esa pérdida, el ahorro se mide en miles de millones de dólares por año.
 
En qué usaron los gobiernos a la inteligencia artificial previamente
Hasta ahora, el resto del mundo experimentó con IA en licitaciones como herramienta de apoyo. En Brasil, un sistema llamado Alice dispara alertas tempranas sobre licitaciones sospechosas. En México, se desarrollaron modelos de aprendizaje automático que predicen probabilidad de corrupción en base a datos pasados. En Corea del Sur, el sistema central de contrataciones públicas genera alarmas automatizadas y ordena licitaciones por nivel de riesgo. En la Unión Europea, ARACHNE analiza cientos de indicadores de contratos y adjudicatarios para que los humanos decidan con más información. Pero en todos esos casos, la adjudicación sigue siendo humana. Nadie, hasta Albania, había cedido el poder de decidir.
 
La pregunta ahora es quién sigue. ¿Qué ciudad? ¿Qué provincia? ¿Qué país? ¿Qué organismo internacional se atreverá a admitir que sus procesos están tan viciados y hace falta eliminar al humano del centro de la decisión? ¿Y si las Naciones Unidas decidieran que sus miles de millones en ayuda humanitaria, infraestructura y programas sociales fueran adjudicados por una IA transparente y auditada? ¿Y si el Banco Mundial o la Unión Africana hicieran lo mismo? No sería una cuestión técnica, sería una transformación política.
 
Si el 10% del producto bruto global se destina a compras estatales y un 15% de ese monto se pierde por corrupción, hablamos de más de un billón de dólares al año. Ese dinero volverá al sistema en eficiencia. La IA, en este caso, no reemplaza a la humanidad: reemplaza a la parte corrupta de la gente. Y si funciona, es probable que veamos un nuevo tipo de presión pública, donde los ciudadanos pidan que la licitación de los hospitales, de las escuelas, de los alimentos, sea hecha por una IA. No porque amen la tecnología, sino porque ya no confían en quienes la firmaban. Así como en algún momento se dejó de contar votos a mano y se adoptaron sistemas electrónicos para evitar el fraude, este puede ser el momento donde adjudicar por computadora sea la única garantía de limpieza. La corrupción no desaparecerá, pero la puerta principal por la que entraba, acaba de cerrarse en Albania. Y todo el mundo está mirando.
 
Las cosas como son.
 
 
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