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Algo salió mal!
Hubo huevazos, banderas al revés y silbidos al por mayor. “Milito no se toca”, cantaron. Y sólo Campaña, Cuesta, Tagliafico, Vera y Barco se salvaron de la ira.
Jueves 08 de Diciembre de 2016
16:47 | Jueves 08 de Diciembre de 2016 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
Huevazos arrojados al micro que transportaba a los jugadores, huevos diseminados en el campo de juego, insultos y silbidos para casi todos -sólo zafaron Campaña, ovacionado; Cuesta, Tagliafico, Vera y Barco, aplaudidos- cuando la Voz del Estadio anunció la formación, banderas colgadas al revés y otras contra los futbolistas -”Le fallaron a la gente” ó “Saquense mi camiseta”- y contra la dirigencia.
Así arrancó la tarde-noche en Avellaneda. Bien calentita, el infierno no estaba nada encantador en esta ocasión, quedando en evidencia que los hinchas de Independiente no perdonaron la decepción sufrida la fecha pasada en la derrota por goleada ante Racing. Todo lo contrario, quedó bien graficado con estos gestos, hechos y cantos.
Gabriel Milito también quedó al resguardo de la furia. “Milito no se toca”, corearon los hinchas, como forma de respaldo y apoyo, cuando el técnico, e ídolo del club, asomó desde la manga y salió a la cancha. Los hinchas del Rojo siguieron cuestionando la falta de actitud del equipo en la fecha pasada. No hubo olvido, ni perdón. Este triunfo ante River permitió un gran desahogo y se festejó mucho. Pero apenas finalizó el partido, después de una gran celebración en las tribunas, los jugadores levantaron los brazos para saludar a su gente y como respuesta recibieron una nueva oleada de silbidos.
Durante el primer tiempo hubo reclamos, cánticos en contra de los futbolistas -con el clásico “Jugadores, la c ... de su madre, a ver si ponen huevos que no le ganan a nadie” como hit principal- y murmullos ante cada pelota perdida. El nerviosismo y la impaciencia se trasladada desde afuera hacia adentro del terreno de juego. Silbados se fueron al vestuario los jugadores locales al finalizar el primer tiempo.
El gol de Diego Vera, que cortaba una racha de cuatro partidos sin victorias, se gritó bien fuerte y evaporó los insultos en el tramo final del partido. Sin embargo no alcanzó para abrir las puertas del perdón y descomprimir la bronca acumulada. La relación está quebrada y sólo el tiempo, y los resultados, determinarán si puede llegar a recomponerse.
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