Narcotraficante se fuga disfrazado de militar de la cárcel más vigilada de Ecuador

13:31 | Martes 24 de Junio de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

El pasado viernes, Federico Gómez Quintín —alias “Fede”—, un reconocido cabecilla del narcotráfico vinculado a la banda de Los Choneros y Los Águilas, protagonizó una fuga de alto impacto desde la Penitenciaría del Litoral en Guayaquil, una de las prisiones más vigiladas del país. Logró salir vestido con un uniforme militar, sin disparos y en pleno día, aprovechando un plan meticulosamente ejecutado que incluyó el apagado de cámaras y la manipulación de los registros de ingreso.

El presidente Daniel Noboa calificó la fuga como una “traición” y no como un simple descuido, responsabilizando a funcionarios penitenciarios y militares por su organización. En consecuencia, se ordenaron detenciones inmediatas: 19 militares, dos civiles del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Privadas de Libertad (SNAI) y un recluso están procesados por facilitar la evasión.

El escape de “Fede” se produce en un contexto de violencia extrema en Ecuador. Desde 2020, el país enfrenta una crisis de seguridad con una tasa de homicidios en ascenso y las cárceles convertidas en puntos calientes del narcotráfico. El año pasado, en enero de 2024, otro líder criminal, alias “Fito”, también se fugó de esta misma prisión y permanece prófugo.

Ante esta situación, el Gobierno mantiene un Estado de Excepción y controla el sistema carcelario mediante una fuerte presencia militar, lo que ha generado críticas por posibles abusos de derechos humanos. No obstante, esos esfuerzos no han logrado impedir nuevas fugas ni contener el creciente vínculo entre bandas criminales y funcionarios estatales.

Como respuesta inmediata, Noboa declaró a alias “Fede” “objetivo militar” y dictó una recompensa de un millón de dólares para quien brinde información sobre su paradero, así como para los miembros de las fuerzas del orden que logren su recaptura, vivo o muerto. No obstante, esta fuga coloca nuevamente en entredicho la eficacia de la estrategia gubernamental, exponiendo sus límites y la urgente necesidad de fortalecer el control interno, combatir la corrupción institucional y avanzar en reformas profundas del sistema de seguridad.