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Cuál es el primer objetivo del flamante triunvirato para atenuar los cambios en la legislación del trabajo que impulsa el Gobierno. Quiénes ganaron y perdieron en el congreso cegetista
Jueves 06 de Noviembre de 2025
11:08 | Jueves 06 de Noviembre de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
La nueva CGT no quiere perder el tiempo y comenzará en los próximos días contactos oficiales con los gobernadores para convencerlos de no dar su apoyo en el Congreso a una reforma laboral “antisindical”.
El líder de la UOCRA logró el ascenso de su candidato al triunvirato, Cristian Jerónimo (empleados del vidrio), que había conseguido importantes rechazos sindicales. Y pudo desactivar la ofensiva de poderosos enemigos de Jerónimo como “los Gordos” y el barrionuevismo a fuerza de dialogar sin pausa con distintos líderes sindicales que se agruparon en un nuevo polo “jeronimista” (ahora en crisis porque la mayoría no fue reconocida con cargos importantes en la cúpula cegetista, como Juan Pablo Brey, de aeronavegantes, y Omar Plaini, de canillitas).
A la vez, a la preeminencia de moderados en el triunvirato (además de Sola y Jerónimo, Argüello es el dirigente de confianza de Hugo Moyano, que, sin el lastre de su hijo Pablo, consolidó un perfil conciliador), se suma el afianzamiento en la CGT del sector dialoguista llamado Agenda Siglo XXI, que logró retener el 35% de los cargos y fortaleció a su líder, Sergio Sasia (Unión Ferroviaria).
“La CGT realizó un congreso con distintos matices donde se logró una lista única -dijo Sasia a Infobae-. Y a partir de ahora el desafío interno es hacer la autocrítica para lograr la unidad, que se lograría solamente con un factor convocante que sea superior a las diferencias que tenemos y que tiene que centrarse en el debate de una agenda concreta de cara a los desafíos que tenemos en el presente y hacia el futuro”.
Por eso, más allá de las advertencias sobre la reforma laboral que hicieron en sus discursos de asunción Octavio Argüello (Camioneros) y Jerónimo, fueron sugestivas las palabras finales de Jorge Sola, el líder del Seguro propuesto por “los Gordos”. Dijo que “el poder político es quien la ciudadanía ha elegido para que estén en mejores condiciones los propios ciudadanos” y aclaró: “Nosotros estamos ahí para ayudar. Estamos para incorporarnos a la discusión que sea necesaria. Con acuerdos, con diálogos, con tensión y con conflicto. No le vamos a escapar al conflicto porque eso en algún momento requiere una solución, pero rechazamos el enfrentamiento. (...) Creemos en la tensión constructiva, en el diálogo que nos da la convención colectiva de trabajo, en las paritarias, en la generación de nuevos y mejores derechos. Y es ahí donde tenemos la fortaleza. Es el capital y el trabajo. Siempre".
Semejante confesión de fe dialoguista también convierte a Sola en un aliado de Martínez para la etapa que viene, que consistirá, por un lado, en febriles negociaciones en el Consejo de Mayo para atenuar la reforma laboral y, por otro, en una ronda de contactos con gobernadores para que los cambios legislativos no sean letales para el poder sindical, como temen algunos dirigentes.
Osvaldo Jaldo, gobernador peronista de Tucumán, ya se alineó con Javier Milei cuando esta semana habló a favor de que haya “leyes laborales que estén actualizadas y modernizadas”. Pero algunos líderes sindicales dialoguistas ya se empezaron a mover con sigilo y aseguran haber conseguido que Martín Llaryora, el gobernador de Córdoba, se alineara con la postura de la CGT. Dicen que no sería el único de los mandatarios provinciales en presionar para una reforma laboral sin un sesgo perjudicial para el modelo sindical.
Esa será la llave, según imaginan en la CGT, para que los diputados y senadores no se encolumnen detrás de cambios legislativos tan drásticos en materia laboral. Si bien hay funcionarios libertarios que les aseguraron a los líderes cegetistas que no hay voluntad de pelea de Javier Milei en contra de ellos, hay mucha desconfianza.
No ayudaron las definiciones del ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, en Madrid acerca de que el Gobierno tendrá que “bailar” cuando busque “desarticular” la estructura sindical al priorizar los convenios por empresa en desmedro de los de actividad (algo que pondrá en jaque al aparato sindical y les dará mucho poder a las comisiones internas).
Es una de las señales que preocupan a los líderes sindicales, convencidos de que hay una interna en el Gobierno entre duros y moderados que contamina el contenido de la reforma laboral. Si fuera así, la peor noticia para la CGT es la salida del gabinete de un dialoguista como Guillermo Francos, que era uno de sus principales interlocutores en el Gobierno. Para colmo, tampoco se concretó el ascenso del asesor Santiago Caputo, de buenos vínculos con la dirigencia gremial.
Sea como fuere, hay una nueva CGT y un flamante plan que apuntará primero a los gobernadores con la mira puesta en restarle a la reforma laboral todo sesgo contrario al poder sindical. El primer dirigente que anticipó su crítica a esa estrategia fue Omar Maturano, líder de La Fraternidad, cuando al hablar en el congreso cegetista advirtió sin eufemismos: “No podemos acompañar a ningún partido porque a nosotros no nos acompaña nadie. En la reforma laboral los gobernadores nos van a cagar como siempre. Son peronistas y nos van a cagar. Los diputados también nos van a cagar”.
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