Sociedad

A 10 años del femicidio de Chiara Páez, su mamá sigue reclamando justicia

Verónica Camargo, madre de la menor asesinada por Manuel Mansilla, el 10 de mayo de 2015, habló con MDZ sobre la injusta reducción de la pena, el recuerdo de su hija y el vínculo con Ni Una Menos.

Sábado 10 de Mayo de 2025

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16:21 | Sábado 10 de Mayo de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

Este 10 de mayo se conmemoran los 10 años del brutal femicidio de Chiara Páez, la adolescente de 14 años que estaba embarazada de dos meses cuando su novio, Manuel Mansilla, la mató. Tras una ola de femicidios en distintas ciudades del país, el asesinato de Chiara fue el que desencadenó el Ni Una Menos, un movimiento de mujeres organizadas que buscaban manifestar el hartazgo ante la ascendente violencia de género en cada área de la sociedad y la falta de justicia ante los sucesivos femicidios.

A diez años del femicidio de Chiara Páez, su madre, Verónica Camargo, sigue reclamando justicia por su hija, luego de que su asesino obtuviera una rebaja de la pena (de 21 años y 6 meses a 15 años) por su condición de menor de edad al momento del delito. Pero no se deja invadir por la tristeza y el enojo ante el accionar de la “injusticia”; al contrario, Camargo asegura que cada día intenta recordar a su hija con alegría.

“Aprendí a lo largo de estos años a tenerla de otra manera. Por supuesto, me gustaría tenerla físicamente, eso no lo voy a negar. Pero sé que, desde donde está, y en cada actividad, en cada charla que voy, en cada cosa que hago, ella está presente y me acompaña”, confesó Camargo en diálogo con MDZ.

Verónica Camargo y su hija menor, Chiara Páez. Foto: Gentileza Verónica Camargo

El femicidio de Chiara Páez y el dolor de una madre

La noche del 9 de mayo de 2015, Verónica recibió una llamada de Manuel, el novio de la menor, quien le contó que Chiara no había regresado de una juntada con sus amigas, que estaba desaparecida. Verónica no dudó en comenzar a buscar por cada rincón de la ciudad de Rufino, provincia de Santa Fe, a su hija de tan solo 14 años, que recientemente le había contado que estaba embarazada y había decidido tener al bebé.

En ese momento, no sospechó del chico de 16 años que la había visto por última vez, del que todos dudaban; Verónica solo quería encontrarla y acompañarla en su embarazo; no quiso pensar lo peor. “Salí desesperada, pero nunca pensando lo peor, sino en que ella estaría asustada porque no dejaba de ser una niña, y era una decisión muy importante la que habíamos tomado de continuar con el embarazo”, dijo Camargo a MDZ al recordar aquella angustiante noche.

Al comienzo, pocas personas la acompañaron en la búsqueda, porque no quería hacerlo muy público “porque quería protegerla y porque ni me imaginaba semejante horror”. Sin embargo, a medida que pasaban las horas y no había respuesta de Chiara, sus seres queridos le aconsejaron subir una foto de la menor para difundir su búsqueda en las redes sociales. Ahí todo estalló. Su foto llegó a todos lados, a medios, a otras provincias y a los políticos. “Era un mundo de gente acá, en las puertas de mi casa, y había familias completas; estaba toda la ciudad buscándola”, aseguró Verónica.

“Todo el mundo la estaba buscando. Hasta los políticos. Se armaron cuadrillas de todas las instituciones, desde defensa civil hasta los bomberos. Incluso se rompieron, en ese momento, algunos protocolos, porque los perros de búsqueda en estos casos no podían venir; así que alguien tomó la decisión y dijo: ‘Hagan lo que sea necesario para poder encontrar a Chiara antes que se haga la noche’”, recordó la mujer, agradecida.

Verónica permanecía en su casa, con su hija mayor, Romina, a quien debía proteger mientras estaba atenta a la información que le daba el fiscal, la policía y su hermana por llamada; no quiso prender la radio ni la televisión en todo el día. Pasó casi un día cuando un periodista, la tarde del 10 de mayo, la llama para hacerle saber que Masilla se había entregado, que había declarado que él la había matado. No quiso creerlo y lo defendió, hasta que su hermana llegó y lo ratificó.

Ese 10 de mayo, el cuerpo de Chiara fue hallado enterrado en el patio de la casa de los abuelos de Mansilla. Según consta en el expediente judicial, durante la última conversación que tuvo el femicida con Chiara, ella le pidió que asumiera su responsabilidad como padre. Ante la negativa de la adolescente a abortar, Mansilla reaccionó violentamente y la golpeó hasta causarle la muerte. Él se entregó, pero la familia de la víctima siempre sospechó que los padres de Mansilla lo ayudaron a ocultar el cuerpo.

“Él era una persona muy fría. No era una persona sociable o empática; era una persona muy distante”, contó Verónica y agregó que nunca supo cómo su hija llegó a conocerlo y relacionarse con él, durante varios meses con idas y vueltas, puesto que iban a colegios diferentes y él tampoco hacía amistades con los chicos de la ciudad. “Yo siempre traté que no estuviera con él, porque como mamá consideraba que Chiari todavía era muy chica para tener novio y, más que nada, porque sentía mucho rechazo, no me gustaba”, ratificó Camargo, sobre el asesino de su hija, con el que no volvió a hablar nunca más.

Foto: Gentileza Verónica Camargo

La rebaja de la condena de Mansilla y el nuevo pedido de Verónica Camargo

El juicio culminó en 2017 con una condena de 21 años y 6 meses de prisión para Mansilla, quien al momento del crimen tenía 16 años. La condena fue superior a la que esperaba la familia, por lo que, en ese primer momento, pensaron que la justicia había actuado bien, a pesar de que vida de su hija no podría ser devuelta con nada.

“Nunca le deseé el mal, pero sí me gustaría que estuviera en la cárcel de por vida. Algunos hablan de una cadena perpetua, pero los únicos que tenemos cadena perpetua somos los papás, las mamás o los familiares que perdemos a una víctima, porque nosotros de por vida realmente no los vamos a tener. En cambio, la cadena perpetua es una determinada cantidad de años, no es de por vida”, se sinceró Camargo.

En 2023, la pena de Mansilla fue reducida a 15 años por un fallo de la Suprema Corte que hizo hincapié en su condición de menor al momento del hecho, sin notificarle a la familia de la víctima. “Vinieron después hablándome de él como si fuera un alumno ejemplar o un pobre niño que está ahí imposibilitado de tener una carrera, un estudio, de continuar con su vida. Yo entonces les dije que no es así, porque Chiara también tenía toda una vida por delante, un montón de proyectos, pero proyectos buenos para ayudar a los demás, no como él”, manifestó con dolor y bronca.

“Yo soy la primera que dice que hay que trabajar en la concientización, en la prevención, en la sensibilización. Creo que las cárceles deberían estar en buenas condiciones; allí deberían trabajar, socializar y estudiar, pero adentro. Yo soy la primera en trabajar por una cultura de la paz. Pero cuando alguien comete un delito tan grave, hay que actuar también de manera grave o severa contra esa persona, porque si no vamos a seguir viviendo en un mundo de violencia. Está comprobado que después vuelven a cometer el mismo delito o algo peor”, advirtió la mujer.

Foto: Gentileza Verónica Camargo

Es por ello que, a diez años del femicidio de Chiara, Verónica y su familia siguen reclamando justicia por Chiara. Es más, en 2024 presentaron un recurso extraordinario ante la Corte Suprema de la Nación, con el deseo de que se revea el caso y la pena de Mansilla vuelva a ser de 21 años. “Todavía no tuvimos respuesta. Estuve hablando con el procurador de nuestra corte de la provincia para ver si tenía alguna novedad, pero no”, expresó con desilusión Camargo y suplicó: “Le pido a la Corte Suprema de la Nación que tome la causa y la tenga en cuenta, no solo por hacer justicia por Chiari, sino también para que sea una forma de prevenir y concientizar para que no sigan ocurriendo tantos hechos de violencia”.

El recuerdo de Chiara: una niña alegre, empática y activa

Chiara vivía con su madre, Verónica y su hermana mayor, Romina. Había asumido un rol activo en actividades sociales y religiosas, practicaba hockey, colaboraba en una escuela de equinoterapia para niños con discapacidad y participaba en tareas de la iglesia católica Santísima Trinidad.

“Chiari era súper cariñosa, y eso es lo que más extraño: sus abrazos, sus te amos, sus mimos. Pero también tenía un carácter muy fuerte, era muy celosa; después se le pasaba y lo reconocía. Si a ella una persona no le gustaba, la otra persona se daba cuenta, porque no lo sabía disimular”, fue la tierna descripción de su madre.

A pesar de su ausencia física, Verónica asegura que aprendió a “tenerla de otras maneras”: en el abrazo y las risas de su nieto, en las charlas y tardes compartidas con la gente de la comunidad y en las cosas que hace cada día.

“La recuerdo en las cosas que hago a diario, porque con ella compartíamos muchísimas cosas o casi todo. Cocinábamos juntas, hacíamos manualidades o pintábamos; hacíamos artesanías juntas. Yo la acompañaba en cada actividad que ella hacía, como en el hockey o las actividades que ella hacía desde la parroquia”, recordó.

“Estoy tratando de centrarme en el amor. Lo que ocurrió no lo puedo cambiar, entonces tengo que pararme entre eso y actuar distinto. Si yo me quedaba centrada en el odio, en el rencor, en la angustia, solo me destruía a mí y destruía a Romi, mi otra hija. Gracias a Dios lo pude hacer, y nos podemos levantar”, finalizó orgullosa de su progreso.

Chiara Páez y el Ni Una Menos: un comienzo de sororidad y las diferencias ideológicas

El caso tuvo un fuerte impacto mediático y social en el país. La periodista Marcela Ojeda, a través de Twitter, expresó su indignación con la frase "Nos están matando", lo que derivó en una convocatoria que resultó en la marcha nacional del 3 de junio de 2015 bajo la consigna “Ni Una Menos”. El movimiento surgió como respuesta al incremento de los femicidios y se transformó en una de las principales expresiones de protesta contra la violencia de género en el país y en América Latina.

La misma Marcela Ojeda se comunicó con Verónica para invitarla a marchar en Buenos Aires, para pedir justicia, junto a miles de mujeres, por su hija. A pesar de la primera negativa, puesto que todavía transitaba el duelo, luego aceptó al saberse acompañada y escuchada. “Con el primer colectivo que armó esa primera marcha, el 3 de junio del 2015, me sentí muy acompañada, muy protegida y muy respetada, más que nada en ese día porque tuvieron en cuenta mis pensamientos, mi dolor; dejaron de hacer algunas cosas que ellas tenían planificadas para respetarme a mí y eso lo voy a recordar y agradecer toda la vida”, sostuvo Camargo.

Sin embargo, el lazo con Ni Una Menos no duró mucho. En 2016, según cuenta Camargo, cambió el colectivo de mujeres que lo organizaba y se sintió más alejada de los reclamos que hacían. En 2018, llegó el debate por la Ley de Interrupción Legal del Embarazo y Verónica decidió expresarse a favor del “pañuelo celeste”. “Desde ahí no me llamaron más”, reveló, sobre el cese de vínculo con Ni Una Menos.

Aun así, hasta la fecha, Verónica asegura que es necesario volver a unirse para levantar la voz ante la violencia de género, que sigue latente en el país, a pesar de las diferencias ideológicas dentro de los feminismos. “A mí no me alejan las diferencias que podamos tener respecto a otras ideologías; si tenemos un punto común, o un objetivo en común, yo me alineo en eso. En Rufino, llegamos a un acuerdo con las mujeres para organizar actividades porque tenemos un objetivo y un punto común que es luchar contra la violencia de género”, concluyó Camargo.  

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