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Expectativa en Brasil por la posible reunión entre Donald Trump y Lula da Silva en Malasia: cuáles serían los temas de la agenda

El esperado encuentro de este domingo, que aún no tiene confirmación oficial, mantiene en vilo al gigante latinoamericano

Sábado 25 de Octubre de 2025

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11:26 | Sábado 25 de Octubre de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

La esperada reunión prevista para mañana en Malasia, al margen de la cumbre anual de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, mantiene en vilo al gigante latinoamericano hasta el último momento. A pesar de que fuentes brasileñas lo dan por seguro y una estadounidense ha confirmado a la agencia Reuters el interés de Trump en reunirse con Lula, no ha habido ninguna confirmación oficial. El presidente de Estados Unidos, de viaje a Malasia a bordo del Air Force One, se limitó a un breve comentario. “Creo que lo encontraremos”, dijo, refiriéndose a Lula. Según la agenda comunicada por la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, Trump se reunirá mañana en Kuala Lumpur con el primer ministro de Malasia antes de participar en la cena de trabajo de los líderes de la ASEAN. Sin embargo, Leavitt no ha mencionado el encuentro con Lula. Trump viajará luego a Japón y Corea del Sur, donde se reunirá, por primera vez desde que fue elegido, con el presidente chino Xi Jinping.
 
Si la reunión se cancelara o concluyera de forma apresurada, Brasil permanecería en el punto muerto en el que se encuentra desde el pasado mes de agosto, cuando Washington le impuso aranceles de hasta el 50%, además de encontrarse en una situación embarazosa, ya que Lula había hecho todo lo posible por no reunirse en la Casa Blanca en Washington para evitar sufrir las mismas humillaciones que su homólogo ucraniano Volodimir Zelensky. Si, por el contrario, los dos presidentes logran hablar mañana, sigue siendo una incógnita cuáles serán los temas de discusión y el tono de la conversación. Lula ha dicho en las últimas horas que “Brasil está interesado en poner la verdad sobre la mesa, demostrando que Estados Unidos no tiene déficit en el comercio con Brasil, por lo que no hay ninguna explicación para los aranceles impuestos a Brasil. Tampoco hay ninguna explicación para la punición de nuestros ministros, de las personalidades públicas brasileñas, porque no han cometido ningún error; están respetando la Constitución de mi país”, afirmó refiriéndose a los visados retirados, entre otros, a su ministro de la Salud, Alexandre Padilha. “Si el presidente Trump quiere conversar sobre cualquier otro asunto —Rusia, Venezuela—, estoy abierto a discutir cualquier tema. Lo importante es esto: no tenemos derecho de veto sobre ningún tema. Cualquier tema que se ponga sobre la mesa, lo discutiremos”, concluyó Lula.
 
Washington, como ya ha dado a entender en las últimas semanas a través de sus representantes en Brasil, está interesado sobre todo en los temas de los minerales críticos y la energía, en particular el etanol. Una de las posibles concesiones de Lula podría ser la reducción de los aranceles brasileños sobre el etanol estadounidense, que actualmente son del 18% frente al 2,5% del etanol local, tal y como se grava en Estados Unidos. Los minerales críticos, de los que Brasil es rico, también podrían ayudar a Estados Unidos a reducir su dependencia del mercado chino, el mayor del mundo, sobre el que el Gobierno de Pekín está imponiendo restricciones. Sin embargo, precisamente China podría ser un tema muy controvertido en la reunión con Trump, que podría pedir a Brasil que diera un paso atrás en sus relaciones con Pekín, como ya ha hecho con Panamá y Argentina. El gigante latinoamericano fue penetrado de forma masiva durante el último gobierno de Lula por la estrategia depredadora de Pekín, que afectó a casi todos los sectores, incluso al jurídico. También la amnistía para el ex presidente Jair Bolsonaro y, en general, un llamamiento al respeto de los derechos humanos, como ya se hizo en los meses anteriores, podría volver mañana, si no en los temas que se debatirán, en algún comentario improvisado de Trump. El momento sería perfecto, ya que el miércoles pasado el Tribunal Supremo Federal (STF) publicó todos los documentos del proceso, una formalización que da a la defensa cinco días para presentar un recurso y pone en marcha la cuenta atrás para un posible traslado del expresidente a la cárcel.
 
El presidente de Brasil, Luiz
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva (REUTERS/Adriano Machado)
Además, según la prensa brasileña, Lula intentará disuadir a Trump de emprender acciones militares contra Venezuela, ya que ha criticado repetidamente los ataques en el mar Caribe y el Pacífico por parte de las fuerzas armadas estadounidenses contra embarcaciones que, según Washington, transportan droga. Ayer mismo, el presidente brasileño, sin citar directamente a EEUU, declaró que “es necesario respetar la Constitución, la autodeterminación de los pueblos y la soberanía territorial”. Sin embargo, su ambigüedad política con el régimen de Maduro —Lula ni siquiera felicitó a María Corina Machado por el Premio Nobel de la Paz— podría ser aprovechada por Estados Unidos, según algunos analistas, para presionar al Gobierno de Caracas a través del canal diplomático aún abierto de Brasil en Venezuela.
 
En cuanto al tema del narcotráfico, en vísperas de la reunión no faltaron las meteduras de pata del presidente brasileño. Ayer, en una rueda de prensa, al ilustrar su tesis de que en la lucha contra las drogas sería “más fácil” para Brasil y Estados Unidos “combatir a los adictos a las drogas”, agregó que “los adictos a las drogas son responsables ante los narcotraficantes, que también son víctimas de los adictos a las drogas”. Pocas horas después, Lula publicó una rectificación en sus redes sociales. “Hice un comentario fuera de lugar y quiero decir que mi postura contra los narcotraficantes y el crimen organizado es muy clara. Más importantes que las palabras son las acciones emprendidas por mi Gobierno, como la mayor operación de la historia contra el crimen organizado, la presentación al Congreso de la enmienda constitucional sobre seguridad pública y las incautaciones récord de drogas en el país. Seguiremos firmes en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado”, escribió el presidente brasileño en su perfil oficial de X. Uno de los hijos de Bolsonaro, Flávio, también fue criticado por sugerir en sus redes sociales que Estados Unidos atacara los barcos que transportan droga en las aguas de la bahía de Guanabara, en Río de Janeiro.
 
En estas horas, en Indonesia, Lula ha vuelto también sobre un tema muy controvertido para Trump, el del dólar, defendiendo de nuevo el uso de las monedas locales en las transacciones entre los países BRICS, excluyendo el dólar estadounidense. “Queremos multilateralismo, no unilateralismo. Queremos democracia comercial, no proteccionismo. Tanto Indonesia como Brasil están interesados en discutir la posibilidad de comerciar entre nosotros utilizando nuestras monedas. Esto es algo que debemos cambiar”, declaró Lula. El pasado mes de julio, el presidente estadounidense atacó al bloque acusándolo de “intentar destruir el dólar”.
 
Ayer, en Indonesia, en vísperas de la reunión, estaban presentes aquellos a quienes la prensa brasileña considera los verdaderos artífices del acercamiento entre los dos presidentes, la química de la que habló Trump. Se trata de los hermanos Batista, que, tras la conclusión de la operación anticorrupción Lava Jato en la que se vieron involucrados, han resurgido políticamente durante el actual Gobierno de Lula. En Yakarta, tras cerrar tres acuerdos con el Gobierno indonesio en los sectores de la agroindustria, la pesca y la energía, Joesley Batista declaró a O Estado de Sao Paulo que había hablado “bien” de Brasil a Trump en las reuniones para desbloquear el estancamiento comercial entre ambos países. Según el diario brasileño, una de sus empresas, JBS, donó 5 millones de dólares al comité de instalación del presidente de los Estados Unidos. “Hablar bien de Brasil es algo que todo brasileño debería hacer. Por desgracia, no todos los brasileños lo hacen”, añadió. Joesley Batista no participará en la reunión de mañana entre los dos presidentes en Malasia, mientras que su hermano Wesley acompañará a la delegación de Lula a Kuala Lumpur.
 
Donald Trump en el Air
Donald Trump en el Air Force One rumbo a Malasia (REUTERS/Evelyn Hockstein)
En cuanto a la reunión preliminar de la semana pasada entre el secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, y el ministro de Relaciones Exteriores, Mauro Vieira, ambas partes la calificaron de “constructiva” y “centrada en los aspectos prácticos del problema de los aranceles”. Antes de reunirse con sus respectivas delegaciones diplomáticas y comerciales, ambos hablaron a solas durante unos veinte minutos. Según rumores, Brasil habría expresado a Rubio su temor por las consecuencias de un ataque estadounidense en territorio venezolano. Por su parte, Estados Unidos habría presionado sobre el tema de la regulación de las grandes tecnológicas apoyada por el Gobierno de Lula. No habrían hablado del caso Bolsonaro, a pesar de que, como reveló O Estado de Sao Paulo hace un mes, el enviado especial Richard Grenell, en una visita no oficial a Río de Janeiro, había abordado el tema junto con el de las restricciones impuestas en el pasado a Rumble Media y a X.
 
Justo en vísperas de la reunión de mañana, las big tech han vuelto a hacerse oír en Brasil, criticando duramente la propuesta del Gobierno brasileño para la regulación económica de las plataformas. En particular, señalan los excesivos poderes que el nuevo proyecto de regulación concede al Consejo Administrativo de Defensa Económica (CADE), una agencia estatal que, según algunos representantes de las grandes tecnológicas, se convertiría “prácticamente en un consejo de administración de las plataformas”, imponiendo obligaciones especiales y medidas de control más rápidas contra ellas.
 
Por lo tanto, son muchos y cruciales los temas que están en juego en las negociaciones entre Brasil y Estados Unidos. Si la reunión se celebra mañana, será difícil que, una vez concluida, Trump y Lula anuncien un acuerdo inmediato. El propio Lula se ha pronunciado al respecto en las últimas horas. “Si no creyera en la posibilidad de llegar a un acuerdo, no participaría en la reunión. Aunque es evidente que el acuerdo no se alcanzará mañana ni pasado mañana. Lo alcanzarán los negociadores que se sentarán a la mesa con los representantes del Gobierno estadounidense para negociar”, declaró Lula. El presidente añadió que en las negociaciones participarán su vicepresidente, Geraldo Alckmin, que también es ministro de Industria y Comercio, Fernando Haddad, ministro de Hacienda, y Mauro Vieira, ministro de Asuntos Exteriores. Lo que Brasil espera mañana es, sobre todo, el anuncio de un proceso de negociación estructurado, con un calendario definido. De hecho, los aranceles siguen vigentes y hasta ahora no se ha revocado ninguna medida. No se ha revocado ni la restricción de visados que afectó a algunas autoridades brasileñas, ni las sanciones en virtud de la Ley Magnitsky contra el juez del STF Alexandre de Moraes, quien es ponente del proceso contra Jair Bolsonaro, su esposa Viviane Barci de Moraes y su empresa familiar.
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